Leido en el foro Celcit del 7 de septiembre:
Documento que está elaborando ARTEI en relación a la redacción de la futura ley para los teatros independientes de la ciudad de Buenos Aires:
TEATRO INDEPENDIENTE. FUNDAMENTACIÓN Mucho se ha escrito acerca de la historia del teatro independiente en nuestra ciudad. Algunos estudiosos como Luis Ordaz o como José Marial ubican su nacimiento con la fundación del Teatro del Pueblo a cargo del legendario Leónidas Barleta en noviembre del año 1930, considerando antecedentes en experiencias anteriores tales como el Teatro Libre o El tábano. Luego aparecerán La Cortina (1937), La Máscara (1939), Tinglado, Libre Teatro (1939), Teatro Libre Evaristo Carriego (1940), Teatro IFT (1940), Teatro Libre Florencio Sánchez (1940), Teatro Estudio (1950), Nuevo Teatro (1950), Instituto de Arte Moderno (1950), OLAT (1950), Fray Mocho (1951), Teatro de los Independientes (1952). Estos nombres representan ese mítico teatro independiente que desarrolló su actividad como alternativa a la escena tanto oficial como, sobre todo, a la escena comercial, por ese entonces dominante aunque decadente desde el punto de vista artístico. Entre sus ideales estaban un mejoramiento de la actividad teatral, una mayor dedicación a las cuestiones artísticas, una idea de elevación de la calidad como así también un acercamiento desde los valores culturales al pueblo. Gran parte de la población, opositora a las políticas gubernamentales encontraron en las salas de los teatros independientes sus canales de participación y de expresión.Este movimiento se desarrolla con fuerza hasta los años 60 en los que diferentes problemáticas que venían siendo desarrolladas en el seno de los teatros, comienzan a hacer eclosión: la profesionalización de los actores, la inclusión de nuevas metodologías estéticas, como el stanislavskismo, la posibilidad de trabajos en otros medios como la televisión, la apertura provocada por el desarrollismo en los teatros oficiales (inauguración del teatro San Martín en el año 1960), sumado a la desarticulación lenta pero constante de la fuerza principal del movimiento: la relación entre la existencia de un grupo de personas y un espacio determinado.Durante las décadas siguientes, esa relación comienza a resquebrajarse, quedando en principio pocos grupos en actividad con su propia sala: la actividad del Equipo Teatro Payró, que se hiciera cargo de la sala de Los Independientes es casi un ave raris dentro del panorama de esos años; otro ejemplo puede ser Nuevo Teatro que se disuelve a mediados de la década del 70, coincidiendo con la muerte de Leónidas Barleta y el cierre definitivo del Teatro del Pueblo de la primera etapa. Aquella relación que daba un sentido de pertenencia a la actividad, en esos años es planteada de manera diferente: grupos circunstanciales de trabajo en salas en las que se trabaja de manera temporal.A mediados de los años 70, con el advenimiento de la feroz dictadura de las Fuerzas Armadas, el movimiento teatral se repliega. Si bien algunos teatros como el Payró siguen con sus actividades a pesar de las amenazas, la actividad teatral de las nuevas generaciones comienza a desarrollarse casi de manera clandestina en estudios de teatro ubicados en barrios alejados del típico centro de la ciudad. La necesidad de quitar visibilidad a la actividad hizo que muchos artistas de teatro comenzaran a trabajar en estudios creados en casas viejas, en locales sin carteles que denunciaran la actividad, etc. La dictadura arrasa paradigmas democráticos, entonces el teatro se repliega perdiendo económicamente; la precariedad es tan grande que se rompe con convenciones como: la crítica, la ubicación céntrica, el escenario fijo, las butacas fijas. En cualquier lugar se puede hacer teatro.Por ese entonces surge del teatro independiente un ciclo que ha quedado en la historia de esos años como la mayor respuesta cultural contra la dictadura: “Teatro Abierto”, donde actores, directores, escenógrafos, dramaturgos, vestuaristas, iluminadores y músicos, acompañados por una gran respuesta del público, se unen en un duro cuestionamiento al régimen dictatorial. Con el advenimiento de la democracia los teatros consolidan su actividad creando un circuito teatral alternativo al que se van sumando numerosas salas nuevas, fenómeno que se profundiza en los 90 hasta llegar en la actualidad a un número aproximado de 180 dentro del perímetro de la ciudad.La traducción arquitectónica de este fenómeno es la adaptación de una gran diversidad de edificios destinados originalmente a otras actividades para transformarlos en espacios para hacer teatro, desde la básica “casa chorizo”, galpones de depósito, locales comerciales, pequeñas fábricas o industrias, etc.La transformación que se produce, favorecida por la total ausencia del Estado, está en un todo de acuerdo con la necesidad de romper con las formas convencionales del teatro desarrollando nuevos lenguajes escénicos y modificando también el sistema tradicional de producción y transformándolo en un fenómeno totalmente atípico con peculiaridades que es necesario apuntar.Una sala o un elenco de teatro independiente está constituido siempre por un proyecto fundacional con eje prioritario en lo artístico y con mayor o menor acentuación de lo ideológico, lo social o lo ético. Los objetivos entonces no apuntan a lo comercial sino a la sobrevivencia del espacio y/o grupo, a la producción y difusión de espectáculos, a la distribución social de bienes culturales y no a la renta personal de sus integrantes. Parámetros tales como “los mejores resultados con la menor cantidad posible de personal” ineludible para la empresa comercial, no rigen en el teatro independiente donde las tareas son cubiertas por integrantes no remunerados al nivel de su prestación; nada de ello implica que los trabajadores del teatro independientes no sean profesionales ya que esto no se define por la capacidad de generar rentabilidad sino por profesar el estudio, la especialización y la eficiencia en el desempeño de la labor específica.En general cada sala o grupo independiente define un lenguaje, una estética y un modelo de producción, que lo distinguen en el panorama global pero que refuerza la diversidad que caracteriza al movimiento, y por lo tanto sus acciones responden a este propósito deliberado de búsqueda y refuerzo de perfil y no a otras valoraciones secundarias. El repertorio es objeto de análisis, deliberaciones y discusión por entender que lo formal y conceptual constituye el verdadero valor a comunicar; como consecuencia de esto es necesario destacar que la programación de una sala o grupo no se guía por los altibajos de la taquilla, por lo que el carácter de “independiente” no se refiere solo a la independencia de los poderes públicos sino a éste último aspecto ya que para el movimiento independiente la relación costo beneficio pasa por andariveles distintos a los de la empresa comercial.En vista de lo anterior y considerando que los teatros independientes son espacios pequeños, en su gran mayoría con capacidad para menos de 100 espectadores, casi ningún teatro sobrevive por las recaudaciones de su boletería, lo que exige una permanente búsqueda de fuentes alternativas de recursos y especialmente el aporte de sus propios integrantes, los que no reciben renta por su gestión institucional deviniendo sus recursos de actividades personales generalmente vinculadas con la docencia.La organización de salas y elencos toma en casi todos los casos las formas asociativas y/o colegiadas: Las salas se constituyen en Asociaciones Civiles sin fines de lucro, Fundaciones, o Sociedades de hecho y los elencos en Cooperativas. Por su propia naturaleza la organización es abierta e inclusiva, lo que favorece el ingreso de nuevos integrantes: en el teatro independiente el capital social está constituido básicamente por la gente. Es importante destacar que en los teatros independientes aparte de su función principal, representar espectáculos, se desarrollan otras numerosas actividades como las escuelas de iniciación y formaciones de actores, dirección teatral y dramaturgia, así como talleres, seminarios y cursos especializados, y en muchos casos bibliotecas y videotecas.Es así que con ésta caracterización que no es excluyente debido a la “diversidad”, rasgo fundamental del movimiento, el circuito teatral independiente de la ciudad produce en los últimos años de la década del 90 y en éste primer lustro del siglo XXI un desarrollo casi explosivo convirtiéndose en el proveedor de la mayor cantidad de espectáculos dando trabajo a casi el 80 % de los actores del país, asì como un elemento fundamental en el refuerzo y consolidación del tejido social.El prestigio adquirido dentro de la Argentina se ha hecho extensivo al mundo y en la actualidad la participación de elencos argentinos en los festivales internacionales de mayor prestigio es constantemente requerida, ya que el circuito independiente ha constituido un lenguaje propio que representa al teatro argentino en el exterior. Consecuencia de esta requerida, exitosa y constante participación es la creación en 1999 del Festival Internacional de Buenos Aires y que los teatros independientes sean anfitriones y receptores de elencos y maestros del mundo.Por otra parte el movimiento teatral independiente se ha constituido en el núcleo principal para la formación de actores, directores, dramaturgos, escenògrafos, vestuaristas y técnicos, convirtiéndose en proveedor de artistas que nutren no solo a los circuitos teatrales Comercial y Oficial sino también al Cine y la Televisión. Es importante también destacar el fundamental aporte docente que el movimiento independiente realiza a instituciones prestigiosas de enseñanza teatral como el IUNA y la EMAD. Por todo lo reseñado y considerando que el circuito ofrece mas de 300 obras de teatro semanales, lo que constituye un fenómeno único en el mundo por lo que la Ciudad de Buenos Aires será declarada por la UNESCO “Capital del Teatro de habla Hispana” se hace necesario pensar en proteger y estimular la permanencia de estos espacios que constituyen un patrimonio invalorable acumulado ardua y trabajosamente a lo largo de casi un siglo.
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