miércoles

los textos de la felicidad

1.- Volviendo a Soiza

La primera novela de Soiza Reilly que leí fue La muerte blanca, donde una viudita joven interesada en seguir las últimas tendencias de la moda, se vuelve adicta perdida a la cocaína. Le siguieron otras novelas con títulos tan sugerentes como Las timberas, Pecadoras y el para mí siempre ambiguo Almas sucias de mujeres y hombres limpios. Desde el vamos me interesaron las mujeres de Soiza Reilly.
Este hombre se pasó gran parte de su vida escribiendo “literatura para mujeres”, además fue durante cuarenta años profesor en un secundario de señoritas y hasta mantuvo una columna donde respondía a “preguntas del corazón” con un pseudónimo femenino.
Por todo esto, a la hora de escribir para Tres Galgos decidí centrarme en un libro de Soiza llamado Mujeres de América. Se trataba de una recopilación de crónicas y entrevistas a grandes figuras de su tiempo. Periodista de raza, Soiza pregunta cosas como “a qué edad se enamoró usted” pero al mismo tiempo no deja de señalar el talento de sus entrevistadas. Un claro ejemplo de esto es cómo retrata a Lola Mora. Soiza Reilly es un ferviente admirador. Se pregunta: “¿Dónde está Lola Mora? ¿Está viva? ¿Está muerta?” El texto es básicamente una denuncia. Lola Mora es, al momento de escritura del artículo, un talento olvidado y lo que es peor, ha sido estafada. Soiza arenga: “¡Si le pagaran la plata que le deben! Cuando sus admiradores la vieron caída, dejaron de pagarle las cuotas de muchos monumentos. En la Recoleta… ¡Silencio!... Me callo. Lola me ha escrito… “No cuente usted nada. No escriba usted nada. Van a creer que me quejo. Nunca me he quejado, ni me doblé jamás…” Termina Soiza diciendo: ¡Mujer extraordinaria! Dignifica la raza.”
Mujeres de América resulta interesante además por el tiempo en que fue escrito. Deja ver de qué manera la situación privada, social y hasta política de la mujer cambió sustancial e irreversiblemente en el período que va entre los festejos del Centenario y 1930. La liberación del corset, las primeras consignas sufragistas, la discución por la ley del divorcio, la entrada al mundo laboral. Tomando como excusa estas biografías frívolas, Soiza tematiza, polemiza y baja línea sobre estas cuestiones.
Hace poco, viendo la hermosa edición de la obra de Emilia Bertolé que hizo la Universidad de Rosario me encontré con una cita de Mujeres de América. Y acá me detengo un momento. Porque el nombre de Soiza no aparece más que en una nota al pie. Ya me ha pasado varias veces eso. Sarlo evita siquiera nombrarlo en su libro El imperio de los sentimientos. Por otra parte, la biografía que escribió sobre Cecilia Grierson está copiada hasta el hartazgo (quien sepa de quién estoy hablando seguramente leyó el texto de Soiza pero jamás se enteró). Pareciera que nombrar a Soiza no aportara ningún valor extra, no lo encontré nunca considerado cita de autoridad.

2.- Los textos de la felicidad

Hoy me gustaría volver sobre la obra de ficción de Soiza Reilly, en particular la que tiene como destinatarias a las mujeres. ¿Cómo acercarse a estos textos? Para empezar, debo decir que en este campo hay una lectura obligada, El imperio de los sentimientos de Beatriz Sarlo. Volver sobre este libro revivió en mí la admiración por su rigor de investigadora y la distancia por sus prejuicios de elitista.
¿Qué me dice Sarlo sobre las novelitas de diez centavos?
1.- Dice que no le gustan: no volvería a ellas pero le permiten completar la serie sobre la que trabaja. Incluso llega a decir que “si la gente las leía, habría que demostrar que tenían algo de bueno”, el famoso argumento de las moscas. Pero que para el gusto literario (como el de una) resultan “candorosamente insuficientes”. Me tienta decir que a mí sí me gustan, también me gustan las comedias románticas. ¿Está mal? ¿Me vuelve una lectora candorosa?
2.-También dice que esta literatura para mujeres es una literatura que remite a un “pasado.” Dentro de su sistema, esta literatura es remanente en relación a los experimentos formales que en ese mismo tiempo estaban produciendo las vanguardias. Cito: “Estas narraciones ponían en circulación formas estéticas anteriores al momento de su publicación”, ¿Evolucionismo estético? Me pregunto.
3.- Sarlo no se sonroja al afirmar que “quise tratarlas como literatura y no como el soporte material de las ensoñaciones románticas o perversas de sus lectores pretéritos”. Sarlo supone irremediablemente el bovarismo como condición de posibilidad y horizonte de expectativas para estas narraciones.
¿Qué les critica? El conformismo, no pretender cambiar una realidad injusta, limitar la cuestión femenina a los afectos, no tematizar el mundo del trabajo, ser narraciones fáciles de leer, que trabajan sobre matrices tan conocidas como la representación de la mujer como “la bella pobre”, aquella que no tiene más armas que su belleza.
Me parece que a esta altura se hace necesario revisar algunos postulados de Sarlo y tratar de leer estos textos desde otro lado. Veamos.

3.- Un caso

Abro un libro cualquiera de Soiza: “Lo más interesante, lector, de esta novela, es que no es una novela. Trátase de la vida real de una dama que no ha muerto todavía. Escribí esta narración para ella únicamente. Para que ella, que está a punto de hacer su testamento, no olvide a las pobres y lindas muchachitas que, por virtud o por amor, envejecen penando sobre la maquinita que muele sus alas…” Es el final de Dactilógrafa y no me voy a ensañar pero creo que este párrafo contradice la caracterización que hace Sarlo de las novelitas de diez centavos: se presenta como un hecho real, la salvación de la heroína no se resuelve por el matrimonio, no remite a un pasado y lejos está del conformismo.
El título parece casi un insulto: Dactilógrafa. Nombra a la protagonista por su oficio, le hecha en cara su título, estudios y desempeño laboral. En este cuento se narran las desdichas de Nelly, la rubia, bella y pobre mujercita que aspira a vivir mejor que sus padres y lo logra.
La historia está contada con mucha ironía y sentido del humor. Nelly se quiere casar con un hombre joven y rico pero no lo encuentra en uno sino en dos. Carlos Chaine está enamorado de ella, es un joven compañero de oficina. Es pobre. El señor García, el jefe, es un español rico y viejo. ¿Qué hace Nelly? Se acuesta con Carlos para luego ir a vivir con el señor García. Ella dice: “Los hombres creen que el hecho de enamorarse de una mujer, obliga a la mujer a corresponderle ciegamente. Son los viejos prejuicios, Carlos, de cuando las mujeres no eran libres, de cuando para casarse necesitaban esperar que el novio fuera impuesto por la sagrada voluntad de los padres. Ahora el mundo ha cambiado. El trabajo nos ha dado a las mujeres el derecho de elegir el marido que nos guste…”
Y otra cita más: “Horrible destino el de esas deliciosas muñequitas que se pasan la mitad de la vida trabajando en las tiendas o en las oficinas de las grandes empresas y la otra mitad viajando, como sardinas, en el tren, en el ómnibus, en el subterráneo…” Nelly está segura de que no quiere ese destino y se convierte en la amante de García.
Pero un encuentro fortuito cambia esta situación. Carlos siguió su ejemplo y se casó con una viuda rica. Cuando se encuentran en el Jockey Club, juntos deciden huir y se embarcan para Europa. Rápidamente viene el desengaño. “Un día Nelly descubrió una grave verdad. Carlos la besaba con apasionamiento los días en que algún pasajero audaz intentaba flirtear con ella en el salón… quiere decir –pensó Nelly– que el hombre no ama por su propia inspiración. Es tan egoísta que ama por egoísmo, de afuera para adentro… Esa noche Nelly lloró.” Desengañada, abandona a Carlos por Rusiñol, el amigo pintor y a éste por un príncipe italiano, y así. Hasta que nos enteramos finalmente de que el señor García, que la había amado ciegamente, le legó toda su fortuna. Es por eso que Nelly destina parte de ese dinero a ayudar a “todas las dactilógrafas”.
Ayer estaban dando por la tele Legalmente rubia, la historia de una chica que siguiendo a su ex novio entra en la escuela de Derecho de Harvard y le prueba al mundo que no es una rubia tarada. Algo así como feminismo rosa. Obvio que me quedé mirándola hasta el final y la película me terminó pareciendo en algunos aspectos más conservadora que Dactilógrafa pero me dio qué pensar.
Lanzo una hipótesis: en las comedias románticas (y también en sus predecesoras, las novelitas de diez centavos) la historia de amor funciona casi como un eufemismo, es lo esperable del género pero lo interesante es que sirva de sostén para plantear otros temas y preocupaciones que difieren en alcance y pretenciosidad: conflictos laborales, una idea de mujer, la enfermedad, la muerte, la utilización de espacios urbanos, etc. Más importante que lo que cuentan, es lo que dejan ver. En este caso, ¿qué deja ver Dactilógrafa?
1.- La compleja y cambiante situación laboral y cultural de la mujer.
2.- No se advierten caminos tan distintos entre las opciones de los hombres y las de las mujeres.
3.-Relación familiar permite bajar línea sobre cuestiones políticas. El capítulo en que la familia de Nelly se entera de su decisión es particularmente interesante. Soiza cita un soneto de Evaristo Carriego para narrar el dolor por saberla perdida. Luego, retrata la vida familiar del conventillo. Para finalmente presentar a Alberto, el hermano de Nelly que está “embuído en las ideas de Lenín” y que protagoniza este diálogo:
–Mañana –dijo el padre por decir algo– va a estallar la huelga.
–¿Por qué?
–Por Sacco y Vanzetti.
–¿Los matan?
–Sí.
–¡Asesinos!– murmuró Alberto mordiendo la sopa.
–¿Asesinos?
–Sí, papá. ¡Asesinos! Esos jueces son asesinos porque van a matar a dos hombres inocentes.”
3.- Es cierto que la narración es rápida y fluida pero encontramos la utilización de algunos procedimientos que complejizan la forma en que está contada la historia: se incluyen cartas, el indirecto libre y hay varios cambios del punto de vista. En definitiva, Soiza se apoya en el género y utiliza todos los estereotipos pero para desestabilizarlos y con señalar eso, por ahora, ya quedo contenta.