viernes

Hace unos meses me preguntaron en una entrevista qué suponía se podía esperar de la gestión cultural (y específicamente teatral) del próximo gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Yo respondí esto.
Todavía no asumió el nuevo jefe de gobierno y siento que me equivoqué, casi que pequé de optimista. No tuve en cuenta la torpeza política que Macri y su equipo demostraron y menos aun consideré que fuera posible tamaño grado de estrechez mental como para considerar a la inversión en cultura como un gasto. Esa forma de evaluar en términos comerciales neoliberales los resultados de una gestión cultural (al punto de manejarse con caprichos como el de cerrar un canal de televisión porque no les gusta) me resulta criminal. Creo que a las gestiones pasadas les faltó hacer un montón de cosas pero no por eso hay que destruir lo que sí venían desarrollando y bien que lo hacían. Parece que esta gente no sabe que aquello que se suele englobar en el amplísimo término de "cultura" genera lazos, comunidad y un sentimiento de pertenencia que se identifica como ciudadanía. ¿Cómo se les ocurre, entonces, que "va a estar bueno Buenos Aires"?

martes

la venganza de las señoritas

Se viene fin de año y en el jardín de Pipi están preparando el acto que va a ser en un teatro y con entrada. ¿La nena no tiene dos años? Sí. En fin...
El jueves pasado me mandaron el instructivo para hacerle el disfraz, con la aclaración de que tenía que estar listo para el lunes. Tobilleras y muñequeras de papel de colores. Bien. Manos a la obra. Primer contratiempo: llegué tarde y se acabó el papel metalizado en todo el barrio. Hay mamás más previsoras que yo. Fin de semana, andá a encontrar una librería abierta. No puedo permitir que la niña sea la única sin sus muñequeras. Llanto, fracaso, frustración. Mi marido llamándome desde Easy con dudas sobre la consigna: si es papel plateado, ¿cómo puede ser de colores? No, dejá. Ya veremos. Lunes por la mañana (despertador incluído), se subió al auto y buscó hasta consiguir el bendito papel de regalo liso, metalizado y de colores (no confundir con el papel glasé porque ese es opaco por detrás y no brillante). Genio.
Me puse manos a la obra. Cortar, pegar, medir, coser. (¿a qué perverso ente del mal puede ocurrírsele la prometeica tarea de coser papel brillante?) Después de cuatro horas reales por reloj terminé mi labor, enceguecida por los destellos de los hologramas del papel metalizado. Orgullosa, se las mostré a la directora del jardín que me dijo: "bueno, ya que aprendiste a hacerlas, tené unas de repuesto porque ésas son para ensayar. No llegan sanas al acto."
Nuevamente saboreando el sin sentido volví a casa con la certeza de ser parte de una economía perversa. El trato sería así: yo me haré cargo de tus hijos siempre y cuando vos aceptes realizar una serie de tareas inútiles pero trabajosas con que ocupar el tiempo libre que te estoy regalando.
Ahora me pidieron un arreglo floral para la cabeza. Me parece que se lo voy a pedir a mi mamá.

brutos

Si esta es la idea que estos muchachos tienen de la cultura, mamma mia.