miércoles

miércoles por la tarde

La concentración,
qué difícil.

¿nos pasa a todas?

Entré corriendo al vestuario, llegaba tarde a la clase de gimnasia. En un banco, una chica en corpiño repetía en el celular "ahora no puedo hablar". Por el tono ya se me hizo evidente que se estaba peleando con su novio o marido. Parece que el tipo había arreglado no sé qué programa chino para el fin de semana y ella se había enojado. Me sorprendió la claridad con que le hablaba. "No te enojes de mi enojo", le decía. Yo envidié la precisión de sus apreciaciones. Ojalá yo pudiera pelearme así. A mí me salta la térmica y soy más desordenada discutiendo. Pierdo el foco muy rápido. No me gusta pelear. En un momento, ella le dijo: "el fin de semana es el único momento que tenemos para estar juntos y vos preferís armar esos planes idiotas." Eso parece que encendió la furia del tipo. La chica despegó el celular de su oreja y alcancé a escuchar los gritos.
Yo me seguía cambiando, con ganas de saber más pero al mismo tiempo tratando de que no se note. No quería ser indiscreta pero no podía parar de escuchar.
Las peores peleas con mi marido las tuve por este tipo de cosas. La chica, que además era preciosa y contaba con toda mi simpatía en ese momento, le dijo: "vos te ofendés porque creo que tus planes son idiotas pero no te das cuenta lo que duele escuchar que no estoy invitada." Una genia. Me acordé de todas las veces que yo misma quise decir eso y no me salió.
En ningún momento perdió la calma pero tampoco dejó de decir lo que sentía. Tal vez era una situación que se venía repitiendo y ya estaba repodrida. Es muy probable. Terminé de vestirme y salí, ella seguía hablando.
Bajó a la clase un poquito después que yo. Yo la miraba de costado mientras hacíamos los abdominales. Me hubiera gustado expresarle mi solidaridad pero creo que no la necesitaba. Ella sola hizo lo mejor que podía hacer: tomó su clase de gimnasia, le histeriqueó un poco al instructor y dejó que el celular sonara hasta que se le acabó la batería.