viernes

con m de miedo

Es una porquería. Eso, del miedo. A veces creo que te tengo miedo a todo. Cuando era chica le tenía terror a la oscuridad. Dormía con la luz prendida. Mis viejos fueron negociando conmigo. Primero, la luz en la habitación. Después, el velador en el piso. Después, la luz del baño. Después, la puerta entornada. Era dura negociando. Me podía poner loca si no se respetaba lo pactado.
Tenía otra fobia: el pescado. No soportaba pasar cerca de una pescadería. Ni hablar si a mi madre se le ocurría comprar esa carne pestilente. Me sentía ofendida, perjudicada, atacada. Lloraba a mares a la hora de la cena. Toda comida nueva se me hacía sospechosa. ¿Estará mi mamá tratando de engañarme para después darse el gusto de decirme "viste, cuando no sabías que era pescado te gustaba"?
Hace poco, reflexionando sobre eso me di cuenta de que el objeto de mi aprensión eran las espinas y que por transitividad (no era muy sutil) había pasado a todo fruto del mar. Sospecho que en mi delirada cabecita infantil se habían unido la trágica muerte de mi gato Tom por comer un huesito de pollo y la posibilidad de que una espina me cause la misma suerte.
Los varones también me inquietaban. Fui toda la vida a un colegio de mujeres y la presencia masculina se me hacía algo extraña, cuando no, amenazante. No tenía ningún contacto con chicos de mi edad y si por una de esas casualidades aparecía alguno, no tenía la menor idea de cómo comportarme. Era un problema y nunca sabía cómo resolverlo.
Todos los veranos de mi infancia los pasé en el campo. Los tres meses que duraban las vacaciones, mis hermanas y yo cambiábamos el piso en Barrio Norte por los caminos de tierra y las playas de Reta. La casa del campo era enorme, tenía paredes de barro, muchas habitaciones con muebles de madera de mis bisabuelos y un parque arbolado para jugar y andar a caballo. Eso sí, lo que no tenía era electricidad. Es increíble cómo ese mismo lugar podía ser el paraíso de día y el infierno por la noche.
Un motor diesel nos daba luz por un par de horas pero había que apagarlo para dormir. Era viejo y le costaba arrancar y la luz subía de a poco hasta alcanzar la intensidad normal. Siempre podía fallar. Y hacía un ruido infernal. No servía de nada estar en medio del campo si sonaba como Viamonte y Suipacha a las tres de la tarde. Pero yo lo amaba, ese ruido era sinónimo de civilización, iluminación y seguridad.
Era capaz de irme a dormir a las ocho de la noche con tal de no enfrentar el momento de apagar el motor. La luz (y el sonido) iban disminuyendo hasta extinguirse. Después, la oscuridad total y el silencio. La muerte.
En nuestra habitación teníamos un farolito de kerosene, como los de la familia Ingalls. Mi papá, cariñoso como Charles pero pelado, venía y nos lo prendía para que no tuviéramos miedo si queríamos ir al baño. Yo flasheaba de que éramos de verdad la familia Ingalls y, siendo la mayor de tres hermanas y ayudada por el nombre, tranquilamente podía ser Mary. ¿Eso quería decir que me iba a quedar ciega? Otro miedo para mi lista.
Una noche desgraciada se juntó la suma de todos mis miedos.
Había un nuevo médico en el pueblo y mi mamá no tuvo mejor idea que invitarlo a cenar. Cayó con su familia a la nochecita. Habían estado en la playa y trajeron unas corvinas para que papá las hiciera en la parrilla. Las habían pescado ese mismo día.
El doctor tenía una mujer rubia y un poco gorda y cuatro hijos varones. Los dos mayores eran más grandes que yo y los dos menores eran más chicos que Fernanda, mi hermana menor. Todos rubiecitos. En la zona hay una comunidad danesa bastante importante por eso la mayoría son gringos, como les dicen en el pueblo. A los nenes más chiquitos les habían puesto bombachas y boinas vascas y la verdad es que les quedaban medio ridículas. Estaban como disfrazados de gauchos. La piel se les había puesto colorada por el día de playa y hacía que el pelo pareciera blanco de tan rubio.
Yo estaba de lo más enculada por el tema del pescado. La miraba a mi mamá con odio. Se lo hacía notar. Ella, fiel a su estilo, me sobornó con papas fritas. Tuvo éxito, en parte, pero el daño estaba hecho. Yo estaba alterada.
Cuando nos sentamos en la mesa, traté de evitar el contacto con los chicos. Algo tan insignificante como tener que pedirles la sal hubiera sido el acabóse para mí. Había que tomar medidas. Como reaseguro, senté a mis hermanas una a mi derecha y otra a mi izquierda. Estaba protegida, los gringos estaban lejos.
No habían condimentado las ensaladas cuando el doctor, que resultó ser un paparulo insoportable, haciéndose el simpático nos dijo: "ehh, eso así está desbalanceado. Cómo se van a conocer si se sientan todos lejos. Vení nena, sentate acá." y me puso al lado del gringo mediano. Me quedé sin palabras, me herbía la sangre, no podía creer mi suerte. Cuando de repente, plop plop plop, el motor de la luz avisaba que basta por hoy. La luz se apagó abruptamente. Silencio. Oscuridad.
Antes de poder reaccionar sentí el calor de la mano del hijo del doctor buscar la mía debajo de la mesa.
Me sentí morir.

jueves

La decisión

En el programa de mano de La decisión, monólogo escrito y dirigido por Alejandro Robino, se lee algo bastante inquietante: durante muchos años, las mujeres casadas eran consideradas "incapaces" ante la ley. Es decir, tenían "la misma situación jurídica que las personas por nacer, los menores, los sordomudos que no se saben dar a entender por escrito y los dementes". Esta ley siguió vigente hasta, escuchen bien, 1968.
Mi mamá, mi suegra, sus amigas se casaron bajo esta ley que las desprotegía. Me hago la misma pregunta que Robino, ¿por qué? Y este es el punto de partida para La decisión.
La concepción escénica es simple y contundente al mismo tiempo. En el centro del escenario, la novia.
Tiene puesto un miriñaque que, devenido tela de araña, limita sus movimientos. Está atrapada. En su monologar, narra las penurias, sacrificios y privaciones a las que se sometió por organizar la fiesta de sus sueños. Llamativamente, está sola en esto.
Ella elige, decide, resuelve.
Ella cocina, prepara, decora.
Va sorteando los obstáculos uno a uno con decisión y perseverancia y por supuesto, cargando con las consecuencias. ¿Y el novio?
Conforme va pasando el tiempo, no sabemos si ella es la araña o la mosca atrapada en su propio deseo. Me vuelvo a preguntar, ¿y el novio?
La novia, interpretada por Natalia Aparicio, transita varios registros permitiéndonos entenderla y odiarla en partes iguales. Nos hace reír por su precariedad, nos conmueve con su entereza, nos apabulla con su determinación. Me vuelvo a preguntar, ¿y el novio?
Robino evita hacerse esa pregunta. ¿Es que son las mujeres exclusiva y excluyentemente las que quieren casarse? ¿Realmente piensa Robino que el matrimonio como rito hubiera subsistido hasta hoy sin el aporte masculino? Creo que no.
A pesar de que el espectáculo está concebido desde una soltería militante y combativa, el monólogo se sostiene. Es más ambiguo y, por eso mismo, mucho más interesante.

La decisión
escrita y dirigida por Alejandro Robino
con Natalia Aparicio
Los viernes a las 21 hs. en el Celcit.

miércoles

mobilis in mobili

Jueves a la noche, noche de teatro. Fui a ver Mobilis in mobile, dentro del ciclo Cero cinco. Este proyecto surge de la reflexión sobre el concepto de efemérides, seleccionando a distintos personajes de la historia con el único requisito de que el 05 marque la fecha de su nacimiento o muerte. Que un ciclo ponga en un mismo universo de sentido a Greta Garbo, Julio Verne, Jean Paul Sartre, Christian Dior, Friedrich Schiller y Miguel Cané es, de por sí, un logro de Szuchmacher, "curador" de la muestra.
Mobilis in mobile conmemora, entonces, la muerte de Julio Verne en 1905. Una pantalla enorme preside el espacio escénico. Varios micrófonos. Una mesa larga mantiene bastante espaciados un metrónomo, un tocadiscos, una radio y otros elementos que la oscuridad no permite distinguir. Estamos avisados, la tecnología y sus implicancias (que tanto dieron que hablar en el último festival de teatro) van a ser relevantes aquí.
Guillermo Heras, Rita Cosentino y Bárbara Togander son los responsables de la idea original y de su realización. Como punto de partida, se acercaron a Verne a partir del lenguaje. Qué difícil.
Una conferencia sobre los "nombres inventados" con que Verne trabajó va siendo coptada por ese mismo juego con el lenguaje, su musicalidad, su distorción. Se pasa de una lengua a otra como de un instrumento a otro hasta lograr una panlengua, única y múltiple más cerca del sonido que del significado. De la taxonomía a la glosolalia. Y así como se yuxtaponen y exponen los objetos en la mesa, lo mismo pasará con las palabras que componen el espectáculo.
Paradójicamente, lo más teatral es la proyección de Viaje a la luna, de Georges Mélies. Vemos a estos hombres de frac transportarse a una luna enmerengada, dormir con frazadas, interactuar con los selenitas y volver. Aunque también está intervenida (tiene sobreimpresiones, flechas, dibujos y nombres), la película es una joyita y está bueno poder verla. Además, se crea un efecto extraño cuando se la vuelve a pasar pero al revés. En síntesis, el espectáculo resulta una aproximación a Julio Verne de la mano de Samuel Beckett. Se propone como algo conceptual y superculto (cuantos más idiomas hables, más entendés de la obra) pero termina siendo un poco banal y esencialista de los pueblos cuando reflexiona por la realización de las invenciones de Verne. En todo caso, me faltó lo que para mí es sinónimo de Verne: más aventura. Beckettianos no se la pierdan, yo paso.

para más datos sobre el ciclo cerocinco y los horarios de las obras ver acá.

martes

Revista Conjunto

Nara Mansur, editora de la revista Conjunto, se pasó casi todo el año pasado en Buenos Aires. Hizo taller de dramaturgia con Kartun y con Veronese y vio todo el teatro que pudo. Así es como el último número de la revista está dedicado íntegramente al teatro porteño: actores, directores y críticos aportaron distintos artículos. Algunas de las respuestas de la encuesta que Nara realizó entre teatristas se pueden leer acá.

maría y sus hermanas

Finalmente, mi hermana se cansó de su romeo musulmán y lo cambió por una ducha de hotel y una cerveza bien fría. Así terminó sus vacaciones en Egipto. Volvió ayer. Le respeté el jet lag y mañana la voy a visitar.
Siempre tuvimos una relación complicada. Es la típica hermana del medio (aunque en ella nada resulta típico). Creo que ahora estamos en nuestro mejor momento.
Me pasé toda la infancia tratando de conservar mis juguetes lejos de sus manos destructoras. Los cumpleaños eran cuando se ponía peor. Si no abría mis regalos, directamente me los rompía sin desenvolver.
Me pasé toda la adolescencia amenazada por su belleza y rebeldía. Yo vivía acomplejada; ella, rompiendo corazones.
Después tomamos caminos distintos. Ella quedó embarazada. Yo empecé a vivir sola, después a estudiar.
Ella se fue a vivir a Tres Arroyos. Tuvo otro hijo. Consiguió varios trabajos, otros novios, otros amigos (no siempre en ese orden).
Yo me quedé acá, cambié de carrera, con el tiempo empecé a trabajar, me casé... qué sé yo, seguí mi vida.
Hay veces que me vuelve loca, que me despista con sus opciones delirantes, que no la entiendo.
Otras, me sorprende con su buen corazón e ingenuidad. Estoy intrigada por saber cómo le fue y qué nos deparará el destino, en esta nueva etapa post-egipto.

domingo

dos obras

El viernes pasado, Pierina cumplió tres meses. Para celebrarlo le puse su primer vestidito y la saqué a pasear. A la noche, iba a ir al teatro. Ya estaba lista para salir, le había dado la teta, la había bañado y dejado dormida al cuidado de su papá. Me faltaban las llaves para salir, cuando Pipi empezó a aullar, porque llorar era poco. No había forma de consolarla. La agarraba Nico y gritaba, la alzaba yo, y milagrosamente se calmaba. Resignación. Nico me decía que me fuera igual, pero yo no podía. Ya van dos veces que me invitan a ver alguna obra y a último momento, no logro salir de casa. Acá paso la información de las obras que no vi, pero que pienso ver pronto. Gracias a Natalia y a Andrea:


SÁBADOS 23.30 HS

EL FIAMBRE

DE MARIANO MONSALVO

en BECKETT TEATRO

(Guardia Vieja 3556)

Entradas: $12

Reservas: 4867-5185

Actúan:Cecilia Sgariglia, Gabriel Fernández, Julieta Petruchi

Dirección: Mariano Monsalvo


LA DECISIÓN

con Natalia Aparicio
Libro y dirección: Alejandro Robino
Viernes 21 hs.
Entrada: $ 10. Estudiantes y jubilados: $ 5
CELCIT. Bolívar 825. Reservas al 4361-8358 y 4362-2347

jueves

jueves por la noche

Alentado por el estado floreciente de su vida social, mi marido me increpa por mi timidez y misantropía. ¿Por qué vas sola al teatro?, me dice y se guarda el "pathetic looser" para sus adentros. Le contesto que mis amigas viven en el exterior: una en Michigan, una en La Habana, una en Nordelta.
Insiste, ¿no podrías ser un poco menos refractaria al contacto humano? Quiero negarlo, enojarme, decirle que desde que Pipi, bla, bla, bla pero lo peor es que es cierto. Además, ahora estoy fuera de práctica. Salgo y hago unos papelones dignos de Bridget Jones. Se me traba la lengua, me pongo colorada, me pongo ansiosa y digo pavadas y tiro las cosas y la gente se me queda mirando como si me fuera a dar un ataque en cualquier momento. Me parece que siempre fui así. Antes de conocerlo a Nico, yo había optado por ir sola a todos lados: cine, teatros, restaurantes. Venía de una racha espantosa.
Situación 1: Voy a visitar a un amigo que tiene un bar y me pongo a charlar con un chico que anda por ahí. Bonito. Me invita una cerveza y eso parece motivo suficiente para confesarme lo mal que la pasó en su última internación en un neuropsiquiátrico. Y yo, ajá y ¿de dónde lo conocés a mi amigo? Pero no, ya era tarde. El tipo me quería convencer de lo injusta de su situación porque él no estaba loco, sólo pensaba mucho, mucho, en una clase de árbol.
No preguntes, no preguntes. Tarde. Me quemó la cabeza y quiso que lo llame. ¿Para qué?
Situación 2: Fiesta. Casa muy concurrida. Un poquito de baile. Algún trago rico. Todo bien. Sonrisita, hola. Hola. Empieza el chamuyo, ¿con qué? Robé un banco.
Situación 3: Estuve preso por comprar dinamita en Paraguay. ¿Para qué compraste dinamita? Porque la vendían.
Situación 4: Le gustás a mi amiga.
Situación 5: Vamos a otro lado, mejor, hace dos semanas acá muy borracho les arruiné el show sado-maso y perdí un zapato.

No extraño nada de esas situaciones. Nada. Algo en ese tiempo despertó la latencia de mi misantropía, la exacerbó, la hizo crecer y desarrollarse.
La timidez tiene otra fuente, más antigua. Creo que siempre fui un poco tímida, desde muy chica. No me ayudó tampoco medir un metro ochenta ya a los 13 años e ir a un colegio digno de Stephen King. Pero esa es otra historia y sí, si hubiera tenido poderes, los hubiera quemado a todos.

lunes

el interpretador n° 20













narrativa

Mario Levrero - Apuntes Bonaerenses
Presentación, por Rodolfo Fogwill.

Pedro Mairal - Campamento en Maschwitz

Paola Esteban - La Delgadez Perfecta

Juan Diego Incardona - La música rota

Travestismo Trash -3-

Naty Menstrual - Que tren que tren

poesía

Marcos Herrera - Poemas

Horacio Fiebelkorn - Poemas

Cecilia Perna - Cámara en la piedra

Oscar Fariña - Poema

ensayos/artículos

Mario Bellatin

"La escuela del dolor humano de Sechuán", por Jorge Panesi.

El problema Bellatin, por Alan Pauls.

"La escuela del dolor humano de Sechuán", por Ariel Schettini.

La letra como anticipación, por Diego Rojas.

en discusión

La carta abierta de Oscar del Barco,por Tomás Abraham.

ensayo

Un inventario, dos legados: Intelectuales y Política en Contorno y Pasado y Presente,

por Ariane Díaz.

reseñas

Los raros afectos de Charly Gamerro, por Juan Marcos Leotta.

Presentación de "Correrías de un infiel" de Osvaldo Baigorria, por María Pía López.

columnas mensuales

Las chicas de Letras se masturban así XII, por Elsa Kalish

Nazismo bizarro

La muñeca nazi, por Juan Terranova.

cine

Perlas en el Fango -cine por cable en Argentina-
(noviembre 2005), por Hernán Sassi.

teatro

Rafael Spregelburd y el teatro político, por María Bayer.

artes visuales

Andrei Volpintesta - Galería

Jorge Michelotti - Obras

Fernando Cauda - Obras

aguafuertes

La luz del día, por Oliverio Coelho.

Elemental, Cacho -Usted reniega del anecdotismo-, por Usted.

Villa Celina -4-: "El hijo de la maestra", por Juan Diego Incardona.

martes

como las gallinas

En el foro Celcit se están discutiendo, entre otras cosas, cuestiones de género y el androcentrismo. Uno de los mensajes reparaba en lo machista que es nuestra lengua y argumentaba así:

Zorro: Héroe justiciero
Zorra: Puta
Perro: Mejor amigo del hombre
Perra: Puta
Aventurero: Osado, valiente, arriesgado.
Aventurera: Puta
Ambicioso: Visionario, Enérgico, con metas
Ambiciosa: Puta
Cualquier: Fulano, Mengano, Zultano
Cualquiera: Puta
Regalado: Participio del verbo regalar
Regalada: Puta
Callejero: De la calle, urbano.
Callejera: Puta
Hombrezuelo: Hombrecillo, mínimo, pequeño
Mujerzuela: Puta
Hombre público: Personaje prominente. Funcionario público.
Mujer pública: Puta
Hombre de la vida: Hombre de gran experiencia.
Mujer de la vida: Puta
Atorrante: Adj. que indica simpatía y viveza.
Atorranta: Puta
Rápido: Inteligente, despierto.
Rápida: Puta
Puto: Homosexual
Puta: Puta