miércoles

Queremos tanto a Audrey

Me faltan un par de páginas para terminar de leer una biografía de Audrey Hepburn. Me decepcionó tanto que podría abandonarlo ya mismo pero supongo que por una cuestión moral no me permito dejarlo inconcluso. ¿Cómo se puede hacer algo tan reiterativo y ramplón de un personaje tan carismático y atractivo? Fácil: poniendo fechas como único título (Capítulo 1, 1929-1939. ¿Qué es eso? Es preferible no poner nada, parece un ejercicio escolar); idolatrando tan sin pudor a la actriz que más que biografía parece hagiografía; tomando exclusivamente como fuente la trivia de las películas (¿qué me importa si el productor de tal película volvió a trabajar con ella tres años después en esta otra película?); usando siempre la misma reflexión para contar siempre lo mismo (los aciertos son por Audrey, las películas que no funcionan es por culpa de los otros). Creo que lo peor del libro es que el autor borra toda diferencia entre los personajes que Audrey interpretó en el cine y su vida privada. Esto lo vuelve muy limitado, muy pegado al fan.
La biografía, como género, me gusta mucho. Tiene algo de híbrido que habilita casi cualquier cosa, freakeadas incluso. Pero, como siempre, depende de la pericia, imaginación e inteligencia del escritor, de las cosas que se permite y qué le puede sacar a los datos con los que cuenta. Una foto puede contar una historia, el tema es hacerla hablar.
Queremos mucho a Audrey pero no queremos nada a Donald Spoto.