jueves

el triple

Una frase suelta en el último libro de María Moreno me trajo un recuerdo tan banal como inquietante. La cita está en uno de los capítulos que más me gustó de Banco a la sombra y dice así: "El señor Plaza me dijo que al andar por el mundo aumentaba la posibilidad de encontrarnos con nuestros dobles y los de nuestros amigos, más aun en los países desde donde habían migrado sus ascendientes".
Una de mis experiencias más raras con los dobles no la viví yo sino justamente mi doble.
Tengo una falsa hermana melliza.
Ella fue la protagonista de esta historia y el lugar, la estación de ómnibus de Tres Arroyos. La historia empezó una noche de verano cuando mi hermana estaba esperando el colectivo que la trajera de vuelta a Buenos Aires. Esos viajes suelen tener horarios tipo 23:45 y uno nunca sabe muy bien qué se puede hacer en Tres Arroyos hasta esa hora.
Tanto es así que otra vez, también con esa misma hermana, nos quedamos charlando en uno de los bancos de la estación y era invierno y hacía frío y el colectivo, que venía de Bahía Blanca, estaba tardando demasiado. Cerca de la una de la mañana fuimos a reclamar y nos dijeron que el micro había llegado a horario y se había ido sin nosotras. Nos quejamos pero ya no había nada que se pudiera hacer.
Bueno, la cosa es que mi hermana estaba esperando el colectivo y se le acercaron dos chicos y una chica, le dijeron que eran de Bariloche y le pidieron permiso para sacarle una foto. Mi hermana que estaba en una etapa muy anti-fotografía se negó rotundamente. La chica fue a llamar a otra chica y así, se fueron acercando otros más a ese grupo y cada vez que la veían decían cosas como "no lo puedo creer", "es re-igual, boludo". Le siguieron insistiendo porque, al parecer tenían un amigo, varón, llamado enigmáticamente "El Cholito", que era su vivo retrato. Con esa información extra, mi hermana los sacó cagando.
A pesar de que el parecido no es ni de lejos asombroso, yo siento que tengo en mi hermana a mi doble. Nos pasó varias veces que nos confundieran. Alguna amiga que no veíamos hacía mucho que nos cruzó por la calle y nos vió "cambiadas". Algún que otro novio que quedaba desorientado cuando nos prestábamos la ropa y hasta el chico que vendía pan en la facultad que está convencido de que mi hermana estudió Letras (durante cinco años tuve que responder sobre la vida de amigos de mi hermana a los que yo ni siquiera conocía).
Aun hoy me inquieta saber que en algún lado de Bariloche existe un hombre que tiene la cara de mi hermana, que también, en parte, es mi cara.